La caza de misiles Scud en Irak durante la Desert Storm
Durante la Operación Desert Storm, una de las misiones prioritarias fue la destrucción de los misiles Scud, en especial sus lanzaderas, pues era el enemigo más temible de Saddam, ante la posibilidad de que rompiera la coalición o incluso o llevaran armas químicas. Si en su día plantearon un serio problema, en la actualidad también, tal y como se ha visto en Arabia Saudí.
Antecedentes
El uso de los misiles Scud por Saddam ya se dio de manera cotidiana en la Guerra de Irán-Irak, pero con una versión modificada del Scud-B denominada Al-Hussein, con mayor alcance y menor carga de combate, que se limitaba a 160-190 Kg. Gracias a la escasa calidad de la modificación, el misil se partía en la reentrada, de manera que la cabeza de combate se desprendía, lo que reducía su energía cinética a casi la mitad en el impacto, siendo el equivalente a 250 Kg de TNT.

Hasta un total de 189 al-Hussein fueron lanzados contra seis ciudades iraníes entre el 29 de febrero de 1988 y el 20 de abril del mismo año, causando unos 2.000 muertos y 4.000 heridos entre la población civil tan solo en Teherán, donde 135 de estos misiles cayeron. El objetivo de estos lanzamientos no era estrictamente militar, sino tan solo causar el caos y terror entre la población civil, en especial ante la posibilidad de que cargaran armamento químico.
Papel estratégico de los misiles Scud
La invasión que se cernía sobre lo que había sido la antigua Mesopotamia estaba liderada por EEUU, pero la coalición tenía un importante contingente árabe, y lo que era más importante, eran imprescindibles estos países de la zona para llevarla a cabo. Esta alianza árabe circunstancial en contra de Irak era frágil, por lo que la baza que podía jugar Saddam en contra de esta era resquebrajarla. Para ello tenía que conseguir que Israel entrara en el conflicto.

Conociendo la dura política israelí ante los ataques a su territorio, una lluvia de misiles Scud como la que lanzó contra Irán podría hacer que interviniera con ataques de la aviación. Pero para ello tendría que invadir espacio aéreo jordano, sirio o saudí, lo que era inadmisible para estos, además de entrar en juego en su mismo bando Israel, algo que de cara a su prestigio era completamente indeseable.
Para evitar la entrada en el conflicto de Israel, se desplegaron cuatro baterías Patriot en su territorio, y se inició una campaña paralela de búsqueda y destrucción de los temidos misiles.
También hay que tener en cuenta que previamente en la guerra contra Irán, Irak había hecho un uso importante de armamento químico, así como contra los Kurdos. Decenas o más de un centenar de miles de bajas se estiman como consecuencia de estos ataques. Habiéndose autonombrado Saddam como adalid contra el zionismo, el uso de este armamento era muy temido.
Como podemos apreciar, a pesar de su escaso valor táctico, los misiles balísticos Scud podían jugar un papel estratégico muy importante. Su eliminación era un objetivo prioritario.
Los Scud de Saddam, un objetivo difícil
Los iraquíes habían obtenido una gran experiencia en el manejo de sus misiles balísticos durante su larga guerra contra Irán, sentando una doctrina al respecto que los hizo muy difíciles de localizar, y más aún de destruir.

Aunque los emplazamientos fijos estaban localizados en 5 complejos misilísticos con 28 lanzadores, así como toda la infraestructura al respecto, el reto eran los que los norteamericanos denominaban TEL (Transporter, Erector Launcher), es decir, los vehículos en los que se transportaban los misiles y a su vez lanzaban.
El lanzamiento de estos misiles desde sus TEL requería mucho tiempo, ya que implicaban el levantamiento topográfico de la zona, obtener datos meteorológicos precisos , así como el llenado del misil con el propergol líquido. El proceso en la Unión Soviética se demoraba 90 minutos, pero los iraquíes, maestros en su uso, lo habían conseguido reducir a menos de media hora.
Para dificultar su detección, los movimientos y lanzamientos se realizaban de noche, y tenemos que tener en cuenta que los FLIR del momento no permitían una buena identificación de los objetivos por su escasa resolución. Se habían creado búnqueres a lo largo de las autopistas, así como en aeropuertos, zonas inesperadas para la inteligencia de la coalición. También se ocultaban de la observación aérea debajo de los puentes, en tramos de grandes canalizaciones, o en accidentes naturales.

Además de las tácticas de ocultación, los vehículos de apoyo logístico que acompañaban a los TEL iban camuflados como autobuses. También se habían adquirido numerosos señuelos procedentes de la Alemania del Este, de gran calidad y difíciles de distinguir. Pero todo esto no serviría de nada si fueran poco sigilosos en el aspecto de emisiones de ondas electromagnéticas, y en esto también lo fueron.
Todas estas medidas para pasar desapercibidos a la inteligencia enemiga fueron en cierta parte aprendida gracias a los EEUU. Como todos saben, durante la guerra con Irán EEUU proporcionó ayuda al régimen iraquí, y entre esta ayuda estaba la inteligencia. A partir del 86, la calidad de ésta, tanto en lo que respecta a reconocimiento aéreo, satelital y electrónico, aumentó exponencialmente, llegando a proporcionarse casi a tiempo real. Conociendo los métodos de su antiguo aliado, se desarrollarían las contramedidas para evitarlos.
El cuadro que se les presentó fue el de decenas de escurridizos TEL repartidos por doquier, previamente a la Operación Desert Storm, y que iban a lanzar sus ataques con mucha impunidad.
Caza desde el aire
La misión de localizar los Scud iraquíes recayó en lo más moderno del momento. Se desplegaron dos prototipos del E-8A JSTARS, que con sus radares de apertura sintética, podían realizar el seguimiento de vehículos terrestres, recolectar imágenes y envíar mapas tácticos tanto a los puestos de mando como a otros aviones como el F-15E, especializado en la destrucción de los Scud.
También los AWACS, tanto E-2 Hawkeye como los E-3 Sentry, para la localización del origen de fuego, aviones de reconocimiento, RF-4C, los Tornado GR.1A de la RAF y Mirage F1CR franceses. El mítico Lockheed U-2R también estuvo implicado en esta difícil tarea, en su variante más moderna, la TR-1.
El avión de ataque destinado a la caza nocturna de los Scud era el F-15E Strike Eagle, el avión más moderno de toda la campaña. Disponían de los sistemas de visión nocturna y designación láser LANTIRN. El Strike Eagle era sin duda el más adecuado de la coalición para esta tarea, ya que podía permanecer mucho tiempo en el aire, llevar una gran carga de bombas e ir inmediatamente a gran velocidad a dónde se detectara un Scud. También disponía del radar más avanzado, el APG-70, capaz de ofrecer imágenes similares al SAR (radar de apertura sintética) del E-8. Actuaban en parejas, en las cuales el líder llevaba el LANTIRN, más 4 bombas de guía láser GBU-10, y el gregario o bombas de racimo o convencionales Mk 82. No hay que olvidar tampoco los A-6E que también participaron en dichas misiones.

De día el avión más empleado fue el A-10, aunque también los F-111 y AH-64 Apache que surcaban los cielos podían eliminar los objetivos de manera oportunista. A finales de la campaña los Tornado IDS de la RAF y los F-16L (por el pod LANTIRN que llevaban) también se sumaron.
Debido a la dificultad en la detección de los TEL, se optó por atacarlos tras el lanzamiento, cuando se exponían y era más fácil localizarlos. Los aviones volaban en lo que se conocen como kill boxes, cuadrículas aéreas de unos 50 Km por cada lado, que aunque no estaban los aviones asignados a estas específicamente, solían operar en ellas para familiarizarse con el entorno. Las patrullas aéreas eran continuas a la espera de un lanzamiento y de poder proceder. A pesar de ello, los SAR y LANTIRN se mostraron incapaces de discriminar a los TEL y vehículos de compañía, de los camiones, vehículos y incluso accidentes naturales que habían por la zona. Debido es esto al comienzo de la campaña, de las 42 ocasiones en las cuales se creyó ver un TEL, tan solo en 8 se pudieron adquirir los objetivos lo suficientemente bien como para atacarlos.
Otra técnica que se utilizó desde el aire, más avanzada la campaña, y con mucho más conocimiento de las áreas en las que solían operar, fue el ataque con bombas de racimo CBU-89, sembrando de minas estas zonas y dificultando la movilidad de los TEL.
Las Operaciones Especiales en la labor de detección y destrucción
Ante la incapacidad de eliminar tan solo con la inteligencia aérea las lanzaderas de Scud, se optó, no sin muchas reticencias por parte de los EEUU, por enviar equipos de operaciones especiales (SOFs) al terreno para localizar los TEL. Por contra, los británicos llevaban operando con el 22 Special Air Service Regiment desde el 20 de enero de 1991 en el oeste de Irak.

Los generales Colin Powel y Norman Schwarzkopf habían desestimado el envío de tropas convencionales al terreno para destruir los Scud. Y la idea de enviar SOFs a la búsqueda del Scud en un terreno de 75.000 Km2 en el oeste de Irak, carecía de sentido para muchos del alto mando norteamericano. Pero las presiones de Israel tras los primeros misiles que cayeron en su territorio, amenazando con enviar inmediatamente F-16 a la zona e invadir por tierra, hizo que el Secretario de Defensa diera luz verde al envío del 1st Special Forces Operational Detachment-Delta (1st SFOD-D), más conocido como el Delta Force.
Los equipos eran infiltrados desde Arabia Saudí, normalmente en MH-53J Pave Low III del 1st Special Operations Wing, o MH-47E del 160th Special Operations Aviation Regiment (SOAR), modelos especializados en la penetración profunda dentro del terreno enemigo gracias a su radar de seguimiento del terreno. También tuvieron que realizar saltos desde aviones de transporte ya que los helicópteros no estaban siempre disponibles debido a la gran demanda de estos.

Operaban de noche y se ocultaban de día para evitar ser descubiertos. Recorriendo decenas de kilómetros en sus Land Rover modificados en el caso del SAS o en buggies o Humvees en el de los norteamericanos, en búsqueda de los TEL. En el caso de los Delta Force disponían de mejores informes de inteligencia, actualizados diariamente sobre donde podían estar localizadas las lanzaderas. Por el otro lado, los SAS salían con algunas indicaciones generales previas, por lo que la labor de estas era más difícil. También al principio tuvieron una menor coordinación con la USAF, aunque esto se solucionó más tarde.

En el caso de encontrarse con algún posible objetivo, se informaba a los equipos del Air Force Combat Control, estos a algún avión AWACS, para luego pasarse a la correspondiente patrulla aérea que estuviera cercana en ese kill box. La localización de noche se realizaba sobre todo tras los lanzamientos, ya que la luz que emitían se veía desde una gran distancia (50 Km), por lo que se dirigían apresuradamente a la zona. La demora entre el aviso y el ataque por parte del avión se prolongaba 50 minutos o más, por lo que en numerosas ocasiones los equipos tomaban la iniciativa y destruían o inutilizaban con sus medios los TEL. Para ello contaban con misiles contracarro como el MILAN, o los fusiles Barret de 12.7mm. Los iraquíes reaccionaron aumentando los convoyes en grupos de 10 o 20 vehículos para ofrecer mejor protección, pero los SAS colocaban minas o explosivos en las emboscadas que les tendían.
Además de las misiones de búsqueda y señalización de objetivos para la USAF, también realizaban evaluaciones de daños tras los ataques, capturaban prisioneros, saboteaban instalaciones, comunicaciones, etc.
Efectividad en la destrucción de los vehículos lanzaderas de los Scud
La efectividad en la caza del Scud puede medirse en cuanto a la neutralización de la amenaza. Si bien en los primeros 10 días de guerra se habían lanzado 48 misiles, lo que nos da una media de 4.8 por día, en los últimos 33 de guerra tan solo se lanzaron 40, lo que nos da una media de 1.2. Pero dicha tasa de reducción de lanzamientos puede estar más relacionada, más que a la efectividad de los bombardeos, en los problemas logísticos y de mantenimiento que causan los lanzamientos. Estos fatigan mucho los TEL, y necesitan un tiempo de parada. De hecho, en los últimos días de campaña, la frecuencia de lanzamiento aumenta de nuevo y los TEL se despliegan en nuevos áreas.
Respecto a la destrucción de los TEL, las cifras victoriosas que se dieron al poco de acabar el conflicto tuvieron que desecharse. En su estudio de postguerra «Gulf War Air Power Survey», el Péntágono reconoce que:
Unos pocos [TEL] podrían haber sido destruidos, pero de ninguna manera los números ofrecidos durante la guerra… no hay prueba indiscutible de que lanzadores móviles Scud -en oposición a los señuelos de alta fidelidad, camiones u otros objetos con firmas Scud- fueran destruidos por aviones de ala fija.
En cuanto a la destrucción de la capacidad de fabricación y apoyo de los Scud, los centros bombardeados en su mayor parte habían sido evacuados, por lo que la labor no fue un éxito.
Si bien han pasado numerosos años y la calidad de los sensores ha mejorado muchísimo, los misiles Scud o balísticos similares siguen planteando un serio problema. En la actual guerra de Yemen, Arabia Saudí ha tenido numerosos problemas con ellos.
Buen artículo. Es increíble la cantidad de mentiras que se dijeron en 1991, y los años que se ha tardado en descubrir la verdad.
Por otra parte AS aún contando con buenos medios defensivos, no creo que se pueda decir que están a la altura de los desplegados en 1991. Quizás mejores, pero no en el número.