Las imágenes de los blindados rusos en Grozny, a comienzos de la década de 1990 se ha grabado en la memoria colectiva como testimonio del alto precio que se cobra el combate urbano con las unidades acorazadas. Las imágenes de tanques rusos incendiados entre las ruinas de la ciudad posiblemente reafirmaron un mito persistente: que los carros de combate son presas fáciles en la jungla de cemento y acero de la guerra urbana. La batalla de Súez (1973), Grozny (1995), o ya en este siglo en las numerosas ciudades sirias que se convirtieron en campos de batalla, parecían consolidar una creencia. Que la densa geografía urbana y la cercanía del combate anulaban las 3 ventajas de carro de combate: blindaje pesado, movilidad táctica y la potencia de fuego.

¿Qué nos dicen los datos sobre pérdidas de carros de combate en ciudades?
Que los carros de combate sufren grandes pérdidas en combate urbano parece desmentirse con los datos presentados en el trabajo de Christopher A. Lawrence (2017). A pesar de la creencia sobre la vulnerabilidad de los carros de combate en entornos urbanos, el análisis de cuarenta y seis casos de combate urbano muestra que las pérdidas de estos vehículos no fueron tan altas como se podría esperar.
Las pérdidas de carros de combate en entornos urbanos fueron mucho menores en comparación con algunos casos históricos notables como el de los israelíes en Suez en 1973 o los rusos en Grozny. De hecho, en muchos casos, fueron iguales o inferiores a las pérdidas en el terreno no urbano. Esto es bastante contraintuitivo. Sería de esperar que en un entorno para el cual los tanques no fueron diseñados, al menos fuera igual o más más destructivo para los carros.
La cantidad de carros que participaron en el campo de batalla parece influir en la tasa de pérdidas. A más tanques, como en el frente oriental, las pérdidas absolutas eran mayores. Esto tiene cierta lógica. Aunque esto no necesariamente se traducía en un porcentaje más alto de pérdidas.

Causas para las grandes pérdidas de carros de combate en Grozny y Súez
En ambos ejemplos, los ataques, junto con las altas pérdidas asociadas, fueron motivados más por razones políticas que militares. En Suez, el ataque buscaba el fin de fortalecer la posición negociadora israelí tras la guerra y no se hizo por razones militares sólidas, ¡ya que la guerra había terminado efectivamente! Algo similar volvió a ocurrir en la Guerra de El Líbano de 2006, y con los mismos efectos desastrosos para los carros.
Acabando ya la guerra contra Hezbolá, los Merkava de la Brigada 401 avanzan hacia el río Litani en la denominada Batalla de Wadi Saluki. Fue uno de los muchos errores de la guerra, pero este fue bastante notorio. Publicó así en su momento el The Jerusalem Post: Altos oficiales israelíes criticaron la operación esta semana, diciendo que fue lanzada en el último minuto en un esfuerzo por influir en la opinión pública en Israel y en el Líbano antes de la votación del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la resolución de alto el fuego. Una vez más, una operación que dio con bajas en los carros Merkava debido a un ataque a nivel táctico motivado por razones políticas.
En el asedio a Grozny, el ataque ruso fue un intento por resolver rápidamente la cuestión chechena ante la presión política. Al menos esta es la conlusión del autor. Las causas de las altas pérdidas rusas, que pueden ser muchas, y tener varios orígenes, no son aquí lo importante. Lo importante aquí es que es anecdótico, es decir, que Grozny no es la norma. La solución que aporta el autor en cuestión para evitar dichos fracasos del arma acorazada en ciudades es bastante conocida. Evitar el envío de blindados a combates urbanos sin el debido reconocimiento y apoyo de infantería.

Conclusión
Por tanto, según el estudio de Lawrence, el combate urbano no representa un peligro enorme para las unidades de carros. Al menos, no más de lo que pueda ser el combate fuera de las zonas urbanizadas. En los casos en los cuales hubieron unas pérdidas enormes de carros, no fue debido al pobre desempeño de los tanques en las ciudades. Fue debido a que la motivación detrás de esos ataques tendiera a priorizar las agendas políticas.
Por supuesto, el combate urbano es muy demandante y diferente al que se da en campo abierto. Pero esto es algo que al parecer las unidades suelen tener en cuenta, de ahí que la infantería les apoye. Y el carro parece adaptarse bien a las exigencias de las zonas urbanizadas. No nació para ello, pero es un elemento esencial que aporta a las otras armas capacidades impresionantes. A la infantería, protección y una gran potencia de fuego precisa. Y la infantería le da esa conciencia situacional y capacidad de mantener el terreno de la que carece el carro.
Bibliografía
Lawrence, C. A. (2017). War by Numbers: Understanding Conventional Combat. U of Nebraska Press.