La Guerra de Ucrania está siendo el mayor campo de pruebas de armamento, tácticas, doctrinas, etc desde la Segunda Guerra Mundial. El uso de misiles balísticos rusos contra Ucrania ha sido objeto de estudio por el IISS (International Institute for Strategic Studies). En el informe «Russia’s War in Ukraine: Ballistic and Cruise Trajectories» trata una de las armas estrella, los Iskander-M. Este sistema de lanzamiento de misiles balísticos de corto alcance ha dejado unos resultados ambivalentes.

Dice así el ISS al respecto:

Aunque Rusia no ha perseguido muchos objetivos militares ucranianos clave lo suficiente como para lograr sus objetivos deseados, desde una perspectiva técnica, los misiles balísticos de corto alcance (SRBM) han funcionado con relativo éxito contra objetivos terrestres y defensas aéreas terrestres.

A pesar de algunos éxitos como la destrucción de varios lanzadores de Patriot, estos ataques no pasan de unas pocas decenas de kilómetros de profundidad de las líneas enemigas. Al menos los ataques con apoyo de vídeo en tiempo real. Los misiles balísticos rusos contra Ucrania se están comportando como simples cohetes guiados lanzados desde Tornado-S.

Entramos a analizar este informe y las lecciones de un tipo de arma que ha sido mal usada y con muchas más posibilidades de las que ha podido explotar Rusia. Conviene entender el resultado de un tipo de arma en su contexto.

IISS «Misiles balísticos rusos contra Ucrania»

El informe del IISS nos da en primer lugar un más que necesario resumen histórico y contextual de la doctrina rusa sobre el uso de armas de precisión. Destaca que el interés de Rusia en sistemas de ataque de precisión de largo alcance comenzó con la «revolución en asuntos militares» durante los años 70 y 80. Aunque nos sorprenda, la URSS fue pionera en el campo teórico. Sin embargo, su atraso tecnológico le impidió alcanzar lo que sí pudo hacer su rival norteamericano.

Otro concepto para comprender el uso de los misiles balísticos guiados, es el de «Complejo de Ataque de Reconocimiento» (RYK). Básicamente es la interconexión de municiones de precisión (Iskander-M), sensores para la adquisición de objetivos y un mando y control automatizado en un solo sistema para atacar en la profundidad operacional de un oponente. Creían los soviéticos/rusos que el poder destructivo de las armas convencionales de precisión podría hacerlas tan útiles como las armas nucleares para destruir ciertos objetivos clave.

Por acabar, la doctrina rusa se enfoca en la capacidad de las armas convencionales de precisión para infligir daños inaceptables en un adversario (OTAN normalmente) y forzar la desescalada o la resolución de conflictos en términos favorables a Rusia.

Rusia no combate según su doctrina

La doctrina militar rusa contempla el uso intensivo y a gran escala de misiles balísticos de corto alcance, algo que no se vio al principio de la invasión a Ucrania. Se esperaba que Rusia empleara estos misiles de manera estratégica y masiva para lograr efectos decisivos. Esto fue algo que sorprendió bastante a la comunidad de expertos del ejército ruso. Esto se debió a que Putin había optado por una versión más parecida a la intervención en Checoslovaquia de 1968.

Palantir en la Guerra de Ucrania
Leyenda del gráfico: «Concepto de la Cadena de Ataque (Kill Chain)» 1. Satélites de reconocimiento y vehículos aéreos no tripulados realizan la vigilancia y seguimiento de objetivos potenciales. 2. El centro de operaciones controla y determina la plataforma y armamento más efectivo para el ataque. 3. Se emiten órdenes de ataque a las unidades operativas. 4. Los sistemas de amenazas son comprometidos utilizando armamento lanzado desde aire, mar o tierra.

En el inicio de la denominada «Operación Militar Especial», Rusia desplegó 3 brigadas de Iskander-M para los primeros ataques. Se dispararon 124 misiles 9M723 en cinco meses (24 de febrero a 21 de julio de 2022). Esto, como veremos en el siguiente apartado, es una cantidad muy pequeña. No sólo para la propia doctrina rusa, sino comparándolo con el uso de ATACMS contra Irak en 2003. Los motivos para este escaso uso y poco efectivo pudieron ser los siguientes según el informe:

  1. Planeamiento de una operación militar muy corta y con escasa resistencia. No lo dice el IISS, pero esto implicaría una Inteligencia de Preparación del Campo de Batalla (IPB) muy limitada y por tanto, inadecuada.
  2. Carencias en la kill-chain. Especialmente en las capacidades de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR). Rusia es capaz de atacar a objetivos fijos en toda la profundidad de Ucrania, pero no móviles. Esto se debe a que no pueden penetrar sus drones para la adquisición de objetivos lo suficientemente lejos dentro de Ucrania. Para aprovechar las capacidades del RYK necesita datos en tiempo real. De nada vale un stock enorme de misiles si no puedes ver dónde apuntar. Es como un boxeador con los ojos vendados si me permiten el símil pugilístico.
  3. Lentitud y previsibilidad del ciclo de ataque: El proceso de toma de decisiones y la implementación de los ataques no fueron lo suficientemente ágiles ni impredecibles. Esto permitió a Ucrania anticiparse y prepararse ante los ataques.
  4. Limitada capacidad de recarga: Esto se refiere a la habilidad de reutilizar lanzadores, lo cual fue un factor limitante en la efectividad operativa de Rusia. Este aspecto el informe no lo desarrolla. Los Iskander-M se recargan rápidamente, al menos si tienen munición disponible. ¿Puede haber sido más bien un fallo logístico?
  5. Contramedidas ucranianas activas y pasivas. La defensa y las tácticas ucranianas pudieron haber disminuido la efectividad de los misiles rusos. Entre estas deberían de contarse guerra electrónica, dispersión de fuerzas, mimetizado del equipo, cambios continuos de posición, señuelos, etc.
Misiles balísticos rusos contra Ucrania
Una brigada completa de Iskander. 12 lanzadores 9P78-1 en la primera fila. 12 vehículos transportadores-cargadores 9T250 con una cubierta blanca. Luego, una serie de vehículos de apoyo :9S552 de mando y control, 9S920 que es la estación de procesamiento de información, 9T248 de mantenimiento y 9T249 de apoyo vital.

Todo esto impidió que Rusia atacara con los Iskander-M con la intensidad y frecuencia necesaria. El IISS pone los ejemplos de las bases aéreas de Mirgorod y Vasylkiv. Pero ha sido la tónica general de la guerra. Un uso espaciado, con una precisión mediocre (que ha mejorado), sin efectos acumulativos, que permiten al enemigo reponerse y adaptarse. Este uso difumina por completo los ataques en profundidad de los SRBM.

Diferencias con EEUU

El informe traza una comparación entre el uso de misiles balísticos por parte de EEUU en la invasión de Irak de 2003 y el de Rusia en Ucrania. La diferencia clave radica en la escala y eficacia con que se emplearon estos sistemas. Una sola unidad del US Army lanzó 102 misiles balísticos ATACMS tan solo en el primer día de operaciones en Irak. Los objetivos, centros de mando y control a nivel División y Cuerpo de Ejército, defensa aérea, artillería y fuerzas terrestres, con salvas de al menos 20 misiles por objetivo para asegurar la destrucción y el impacto táctico. Esta táctica resultó en una degradación significativa de la capacidad operativa del adversario, hasta el punto de que una división iraquí dejó de existir como fuerza de combate coherente en ese primer día.

El uso de ATACMS fue parte de una campaña aérea y terrestre bien coordinada, diseñada para lograr una superioridad rápida y efectiva en el campo de batalla, paralizando la estructura de mando y control del ejército iraquí, y socavando su capacidad para responder efectivamente. La aplicación de los ATACMS estuvo en línea con la doctrina de guerra estadounidense que enfatiza la precisión, el impacto inmediato y la dominación rápida del teatro de operaciones para minimizar las operaciones prolongadas y los costos humanos y materiales.

En contraste, el uso de misiles balísticos por parte de Rusia en Ucrania se caracterizó por un número mucho menor de lanzamientos, con menos intensidad en comparación, no solo con EEUU, sino con su propia doctrina. Las fuerzas rusas lanzaron salvas de 3-4 misiles, lo que resultó en un impacto táctico menos significativo. Además, las fuerzas ucranianas pudieron seguir operando desde ubicaciones como aeródromos, a pesar de los ataques con misiles, indicando que el efecto de estos ataques fue limitado en comparación con la campaña de EEUU en Irak.

Cambio de estrategia en el uso de misiles balísticos

Rusia incrementó el uso de misiles balísticos 9M723 a medida que se hizo evidente que su invasión iba para largo. Según los datos del Ministerio de Defensa de Ucrania, Rusia había lanzado 705 misiles 9M723 entre julio y noviembre de 2022. Esto representó un aumento de tres veces en la media de lanzamientos mensuales comparado con el período de febrero a abril del mismo año. Aunque la fiabilidad de los datos siempre es cuestionable, parecen reflejar un cambio de tendencia.

A pesar del aumento de lanzamientos, no parece que este incremento resulta en una mayor efectividad táctica o impacto estratégico significativo. Tal vez por la falta de adquisición de objetivos de alto valor, en la dispersión de estos por parte de Ucrania y a la incapacidad rusa de ver más allá de unos pocos kilómetros o decenas de kilómetros de la línea del frente enemiga.

Conclusiones

La conclusión principal del uso de misiles balísticos rusos contra Ucrania es la importancia de la kill-chain. Si uno de los elementos falla, esta queda inutilizada. En el caso ruso, al carecer de sensores en profundidad, no puede realizar vigilancia, reconocimiento y designación de objetivos. Tampoco una evaluación de daños. Tal vez es por ello que Rusia no persista en los ataques con misiles y gasta poco en la consecución de la destrucción de los objetivos. Ello unido a unas estimaciones de necesidades de empleo de municiones (Iskander-M) irrealistas.

Fuente:

Alberque, W., Barrie, D., Gwadera, Z., & Wright, T. (2023). Russia’s War in Ukraine: Ballistic and Cruise Trajectories. International Institute for Strategic Studies.

Deja una respuesta