La interdicción aérea ha sido empleada comúnmente en las guerras contrainsurgencia. A pesar de ello, grandes potencias militares como EEUU, Rusia e Israel han visto que su superioridad aérea era ineficaz contra la insurgencia, por más toneladas de bombas y tecnología se dispusiera. En este artículo veremos que los ataques aéreos pueden tener un efecto limitado e incluso contraproducente en este tipo de guerras.
¿Qué es la Interdicción Aérea?
Las operaciones de interdicción aérea son llevadas a cabo para poder destruir, neutralizar o retrasar el potencial militar del enemigo antes de que pueda ser desplegado contra las fuerzas propias, a tal distancia, que la integración de cada misión aérea con el fuego y el movimiento de las propias fuerzas no sea requerida.1
En la lucha contra la insurgencia, el componente aéreo es fundamental, ya sea para las imprescindibles labores de apoyo aéreo cercano (CAS), bombardeo estratégico, o de interdicción aérea. Pero estas misiones cambian radicalmente cuando se trata de un conflicto convencional como fue la invasión de Irak de 2003, que fue ganada de manera aplastante, a la mucho más difícil lucha contra la insurgencia iraquí.

Como hemos visto al comienzo, la labor de la fuerza aérea en las misiones de interdicción es la de dañar a las fuerzas terrestres enemigas antes de que entre a combatir tus propias fuerzas, bombardeando sus concentraciones de tropas, material y deshaciendo sus comunicaciones. De este modo se evitará o retrasará su proyección, refuerzo de unidades, despliegue en zonas donde tenían previsto hacerlo, etc. Esto es llegar a ser más o menos sencillo en guerras convencionales cuando se dispone de superioridad aérea, ya que las líneas del frente están más o menos bien definidas, sus medios logísticos, vías de comunicación, en la retaguardia y bastante asequibles y bien identificadas, y normalmente fuera de los núcleos urbanos.
Contramedidas de la Insurgencia contra la interdicción aérea
Ante el apabullante desequilibrio de fuerzas, los insurgentes tienen a evitar exponerse, no solo los propios milicianos, sino sus medios, mezclándose entre la población civil, aprovechándose de que no respetan normal alguna de guerra. Al fin y al cabo, cuando se carece de medios es difícil seguir dichas leyes.

La logística de los insurgentes suele ser la misma que la de los civiles o entremezclada con estos. El uso de escudos humanos es algo generalizado. La inmunidad que pueda dar un S-300 o Pantsir la consiguen almacenando sus medios en escuelas y hospitales. Por tanto, el bombardeo de vías ferroviarias, puentes y carreteras no tendrá el mismo efecto que pudiera tener sobre las fuerzas convencionales. Las ventajas que se pudieran obtener al dificultar, que no interrumpir, el abastecimiento, refuerzo o desplazamiento de las unidades, no se ven compensadas por los efectos negativos en cuanto a pérdida de popularidad entre la población civil, y refuerzo de la de los insurgentes.
La experiencia israelí
Esto ocurrió en la Guerra de El Líbano de 2006, que según las palabras de Richard Armitage, Vicesecretario de Estado Norteamericano durante el primer mandato de Bush hijo, «La única cosa que el bombardeo ha conseguido hasta ahora, es unir a la población contra los israelíes». Destruyendo los puentes, carreteras, aeropuertos, etc, Israel pretendió, entre otras cosas, aislar a Hezbolá de sus principales patrocinadores, Siria e Irán, además de volver en contra a la población cristiana y suní contra Hezbolá, de índole chií. Falló en ambos objetivos. Incluso perdió el apoyo saudí, enemigo declarado de Hezbolá, presionando diplomáticamente para acabar con la campaña.
El mezclar la infraestructura, medios e incluso el personal con los civiles en lo que se califica como uso de escudos humanos, es otra de las tácticas empleadas por la insurgencia como guerra propagandística, eliminando el apoyo local, internacional, e incluso en el propio país del bando que realiza los bombardeos, y sin embargo incrementando el propio.
Aumento de los daños colaterales a través de los MANPADS
Además, los insurgentes pueden aumentar los daños colaterales obligando a la fuerza aérea enemiga a operar a media y alta cota, lo que redundaría en dos efectos negativos. Uno sería la mayor dificultad para identificar los blancos, lo que podría llevar a equívocos o a la cancelación de los ataques ante la mayor dificultad a la hora de realizar la evaluación de daños colaterales. La otra la precisión, en especial en el caso de no utilizar armamento guiado. Este último caso se da más en las operaciones rusas.
En Chechenia, por ejemplo, entre los años 1.999 y 2.002, en los cuales los aviones rusos llevaron a cabo numerosas misiones de interdicción, el uso de munición no guiada dio como resultado un balance de víctimas civiles muy alto. Esto hizo bajar la popularidad de la intervención, tanto en Chechenia, como en Rusia. Todavía en la actualidad podemos ver el uso de munición no guiada, e incluso de racimo en áreas urbanizadas en la campaña siria y ucraniana.

¿Como pueden obligar los insurgentes a cambiar la cota de ataque de la aviación? Con el uso de misiles MANPADS como los Stinger o los Igla, y últimamente los chinos FN-6. Mientras que la AAA (artillería antiaérea) no supone un peligro de importancia, los MANPADS sí, en especial de día. Los países que carezcan de capacidad de ataque todotiempo se verán más afectados por ellos, y en especial los helicópteros y aviones COIN turbohélice como el Super Tucano o el Air Tractor AT-802U, sobre todo este último por su escasa velocidad.
Además, la insurgencia puede hacer uso de señuelos, como los que han utilizado el ISIS en Mosul, y otros métodos para desviar el fuego enemigo o dificultar su detección.

Notas
- Department of Defense Dictionary of Military and Associated Terms ↩︎